Seriedad. Entra de lleno en los Ejercicios. Entra en ellos bien desde el principio. Empiézalos con grande animo y generosidad, dispuesto a no negar a Dios nada de lo que te pida. Son pocos días: siquiera durante ellos dedícate seriamente a pensar en las cosas de tu alma.
De eso depende quizá tu salvación eterna y la de otras muchas almas.
Actividad. Procura vencer la pereza y la desgana. No te contentes con oír: trabaja tu personalmente en hacer los Ejercicios, bien persuadido de que si no meditas tu, se no piensas seriamente en lo que oyes, si no reflexionas sobre ti mismo, será todo inútil para ti.
Silencio. De el depende en gran parte el fruto de los Ejercicios. Entra en un profundo silencio. No hables nunca sin necesidad.
Para oír la voz de Dios. Para escuchar la voz de tu conciencia.
Para no estorbar a tus compañeros. Para crear un ambiente de recogimiento y oración. Dios y tu; nadie mas en el mundo. Ni una sola palabra inútil; aunque no te vea nadie.
Sacrificio. Merece con el las gracias que tanto necesitas.
Conseguirías mas gracia si te sacrificaras mas. Se generoso con Dios en sacrificarte. Ofrécele el sacrificio que supone la sujeción de estos días: retiro, silencio, reglamento.
Sigue exactamente la distribución: en el levantarte, acostarte, tiempo de lectura, meditación en privado...
Cuando mas te sacrifiques, mayor fruto sacaras de los Ejercicios.
Meditación. Procura, sobre todo, aprovechar bien todo el tiempo que la distribución señala para meditar. Es el acto mas importante de los Ejercicios, el del trabajo personal, el de la asimilación de las verdades, mediante la reflexión profunda.
No te contentes con oír: piensa, reflexiona, medita.
Junta la meditación con la oración: pide a Dios con insistencia las gracias que necesites. Te podrías dar por satisfecho si salieras de los Ejercicios habiendo aprendido a hacer oración.
Apuntes. Después de cada meditación, toma nota de lo que te haya impresionado. Notas personales, impresiones intimas, sentimientos piadosos, propósitos que vayas haciendo para adelante...
Conviene que escribas, es una manera sencilla de meditar: ir escribiendo lo que mas te interesa recordar y lo que mas te puede servir el día de mañana.
Confesión. No te preocupes de ella con exceso, ni tengas afán de confesarte demasiado pronto, sino cuando el Padre Director indique que es el momento oportuno.
Si dudas si te conviene hacer confesión general, consulta con el Padre Director.
Procura prepararte con tiempo sin dejarlo para ultima hora.
Tiempos libres. Cada cual los dedica a lo que le convenga para sacar el mayor fruto posible de los Ejercicios:
Tu consigna durante los Ejercicios:
SILENCIO... como ambientación necesaria.
REFLEXIÓN... como elemento principal.
ORACIÓN... como condición esencial.
De eso depende quizá tu salvación eterna y la de otras muchas almas.
Actividad. Procura vencer la pereza y la desgana. No te contentes con oír: trabaja tu personalmente en hacer los Ejercicios, bien persuadido de que si no meditas tu, se no piensas seriamente en lo que oyes, si no reflexionas sobre ti mismo, será todo inútil para ti.
Silencio. De el depende en gran parte el fruto de los Ejercicios. Entra en un profundo silencio. No hables nunca sin necesidad.
Para oír la voz de Dios. Para escuchar la voz de tu conciencia.
Para no estorbar a tus compañeros. Para crear un ambiente de recogimiento y oración. Dios y tu; nadie mas en el mundo. Ni una sola palabra inútil; aunque no te vea nadie.
Sacrificio. Merece con el las gracias que tanto necesitas.
Conseguirías mas gracia si te sacrificaras mas. Se generoso con Dios en sacrificarte. Ofrécele el sacrificio que supone la sujeción de estos días: retiro, silencio, reglamento.
Sigue exactamente la distribución: en el levantarte, acostarte, tiempo de lectura, meditación en privado...
Cuando mas te sacrifiques, mayor fruto sacaras de los Ejercicios.
Meditación. Procura, sobre todo, aprovechar bien todo el tiempo que la distribución señala para meditar. Es el acto mas importante de los Ejercicios, el del trabajo personal, el de la asimilación de las verdades, mediante la reflexión profunda.
No te contentes con oír: piensa, reflexiona, medita.
Junta la meditación con la oración: pide a Dios con insistencia las gracias que necesites. Te podrías dar por satisfecho si salieras de los Ejercicios habiendo aprendido a hacer oración.
Apuntes. Después de cada meditación, toma nota de lo que te haya impresionado. Notas personales, impresiones intimas, sentimientos piadosos, propósitos que vayas haciendo para adelante...
Conviene que escribas, es una manera sencilla de meditar: ir escribiendo lo que mas te interesa recordar y lo que mas te puede servir el día de mañana.
Confesión. No te preocupes de ella con exceso, ni tengas afán de confesarte demasiado pronto, sino cuando el Padre Director indique que es el momento oportuno.
Si dudas si te conviene hacer confesión general, consulta con el Padre Director.
Procura prepararte con tiempo sin dejarlo para ultima hora.
Tiempos libres. Cada cual los dedica a lo que le convenga para sacar el mayor fruto posible de los Ejercicios:
- cumplir la tarea que cada día te marca este Manual
- preparar la confesión o el plan de vida
- tomar apuntes de lo que tienes mas interés en que no se te olvide
- contestar por escrito a los cuestionarios
- hacer una visita al Santísimo en la capilla
Tu consigna durante los Ejercicios:
SILENCIO... como ambientación necesaria.
REFLEXIÓN... como elemento principal.
ORACIÓN... como condición esencial.

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